lunes, 26 de enero de 2009

NOTA INFORMATIVA SOBRE EL ESCRITOR CUBANO, ALEJO CARPENTIER


ALEJO CARPENTIER.

Aquel hombre callado y de aspecto bondadoso y reflexivo, se llamaba Alejo Carpentier. Cuando le conocí, me sentí como una hormiga al lado de un elefante. Compartíamos mantel y cubiertos en un hermoso restaurante del Hotel Habana Libre. Se celebraba el Primer Congreso Internacional de Escritores y Artistas de Cuba. Entonces yo era un adolescente lleno de curiosidad, anheloso de saberlo todo. Pensaba que si hablaba, perdía la oportunidad de oír y aprender, por eso prefería hacer silencio.

Mi mesa estaba ocupada por tres grandes hombres, desde mi punto de vista: Alejo Carpentier, el arquitecto cubano y entonces viceministro de cultura, Rafael Almeida, y el dramaturgo guatemalteco, Manuel Galich. Recuerdo que aquel día me ocurrió una cosa muy curiosa. Yo que era muy tímido, cosa que aún no he superado del todo, desde la mesa donde me hallaba no encontraba forma humana de como coger los cubiertos para no hacer el ridículo delante de aquellas personalidades, por que soy ambidextro y regularmente, me inclino a tomar los cubiertos con la mano izquierda, y mis padres me habían enseñado que era de mal gusto. Cuidadosamente les observé, pero enzarzados en la charla como estaban, nadie se animaba a iniciar la cena. Ya era tarde y, como es natural, teníamos hambre. Yo le seguía el hilo a la conversación y no me percaté del momento en que se dispusieron a tomar los cubiertos y empezaron a degustar la cena. Pero, cual no sería mi sorpresa ¡Los cuatro éramos zurdos! Y ya pueden imaginarse ustedes el alegró que me vino al cuerpo.

En la sección de la tarde, Alejo Carpentier, impartió una Conferencia Magistral, como nunca he vuelto a escuchar otra. Habló sobre narrativa durante más de dos horas, señalando autores, obras, fechas, estilos, técnicas; todo de memoria, parecía como si declamara un texto. Al final, dijo como Gustav Frabert cuando le preguntaron quien era madame Bovary: en fin, la novela soy yo. Una ovación interminable llenó el recinto y luego nos comentó, con una especie de temor y asombro, preguntó: ¿Qué dije que han aplaudido tanto? E intentando justificarse, explicó que todo aquello eran cosas muy básicas que todo escritor debía conocer, porque para escribir de veras una buena novela se necesitaba mucho más que eso.

Aquella fue quizás, la mejor lección sobre literatura que he escuchado en mi vida y, a partir de aquella tarde, aquel hombre se convirtió en uno de mis mayores referentes intelectuales.

Alejo Carpentier nace en La Habana, Cuba, el 26 de diciembre de 1904. Hijo de un arquitecto francés y de una enfermera rusa. Hizo sus primeras letras en La Habana y a la edad de 12 años se traslada con su familia a París.

De regreso a Cuba, matricula en La Universidad de La Habana la carrera de arquitectura, la cual dejó inconclusa. Trabaja como periodista y participa en los movimientos políticos de izquierda de la época. Entre 1923 y 1924, forma parte del Grupo Minorista, que abogaba por una renovación de los valores nacionales.

Por sus actividades políticas es encarcelado. En la prisión escribe su primera novela, Écue-Yamba-Ó, publicada en España en 1933. Se exilia en Francia donde permanece hasta 1939. Se involucra en el Movimiento Surrealista y, a petición de André Bretón, escribe algunos textos en la revista “Revolution Surréaliste.

Luego marcha a Cuba, pero no se queda mucho tiempo en la isla y parte hacia México, Haití, Jamaica y Venezuela. A partir de ahí comienza la elaboración de su obra y la búsqueda y descubrimiento de los orígenes y evolución de las culturas de Nuestra América y el Caribe.

Desde la aparición de su novela, El reino de este mundo (1949), su obra estará marcada, por los sueños y realidades del Continente Americano.

Alejo Carpentier fue uno de los creadores del Realismo Mágico y el máximo exponente de Lo Real Maravilloso.

Su obra narrativa es rica en matices y tonalidades. Poseedor de una técnica exquisita y depurada, aportó al género narrativo, obras como: Écue-Yamba-Ó, El Reino de este mundo, Los pasos perdidos, El siglo de las luces, Viaje a la semilla, Concierto Barroco, La consagración de la primavera, El arpa y la sombra y un sin número de cuentos, ensayos y conferencias, además una interesantísima obra sobre temas musicales: Ese músico que llevo dentro, con la que se convirtió en un referente obligado en el ámbito musical internacional.
En 1976 fue galardonado con el Premio Miguel de Cervantes.

Estuvo vinculado a la revolución cubana, aunque pasaba la mayor parte de su vida en París, ciudad donde murió en 1980, lejos, aunque no ausente, de los conflictos reales que se vivían en la isla.

Ciento ocho años después de su nacimiento, el mundo entero conmemora y celebra la grandeza de un hombre ejemplar, sabio, prudente y honrado, hacedor de sueños y descubridor de las raíces más profundas de Nuestra América. De esa América real y maravillosa, hechizada y hechizadora, embrujada y embrujadora, envuelta en luces y de sombras, tal y como él la dejó reflejada en sus escritos.
Ogsmande Lescayllers.


No hay comentarios: