martes, 10 de febrero de 2009

COMENTARIO CRÍTICO AL PROYECTO ESCULTÓRICO DE CARLOS NERI, TITULADO: LAGARTAS.


LAGARTAS.
Crítica a un proyecto escultórico de Carlos Neri.

La madera se convirtió en obra de arte, por obra y gracia de la naturaleza. Cuando la primera rama de árbol, comenzó a contorsionarse con los silbidos y el movimiento de la brisa, con este acto se inauguraba la primera acción lúdica de la madera.

El hombre primitivo la miró y se enamoró de ella. Pero el árbol primero fue cobijo y alimento, medicina también, y, desde luego, las ramas danzarinas junto a la piedra, aportarían y se convertirían en grandes eventos para la humanidad.

El hombre primitivo vio como las centellas incendiaban los árboles. Y, en su necesidad de conservar el fuego, buscó una rama, frotó fuerte una contra la otra y él también, como los dioses, hizo brotar la llama. A partir de ahí, quedó desnuda la madera y ese fue el instante que aprovechó el artista para crear su obra.

Lagartas, pasarán, en la adelante, a formar parte del aliño en el que se mezclan las sustancias para recrear el mito y la realidad. En ellas, y a través de ellas, surge el condominio de los actantes, es decir, de los elementos propiciatorios, que desde cualquier perspectiva que los mires, irán sedados por la luz, sin que esta, o aquella forma, o sentido de la expresión, escapen del círculo, o del ciclo que fue y es creado para ellas.

La madera, es quizás, el más moldeable de los objetos de la naturaleza y, cuando se moldea, es para dar vida y forma a otras formas. Incluso hasta cuando entra o pasa por el fuego encuentra la forma de germinar y alterar los sentidos. Es el fénix el que la hace reencarnar, vibrar, brotar, haciendo cuerpo y melodías que contenidos en ella, desnuda la imaginación para entrar nuevamente en el concierto o en el acierto de las voces. El último vestigio es la ceniza, el polvo. Y es de allí, desde donde nos miran los nuevos elementos o la otra realidad que sólo les es permitida a los artistas, que son quienes, en el plano terrenal, comparten y conocen la magia de los dioses.

Carlos Neri dispone, con acierto de maestro, el artesanado de su obra. La crea hermafroditas, pero el diseño o el sello que la identifican tienen sus referentes en una pincelada de humor o de ternura. A él le da lo mismo, porque como todo juego, la vida siempre deja un sitio abierto a la especulación, que en este caso, se convierte, por derecho propio, en descubrimiento.

Seguramente, en cada una de estas piezas, de estos contextos, el espectador buscará un contenido y es justo que así sea, y, concluirá después, absorto en el misterio que se ha ido apoderando de él, en el instante mismo en que esos cuerpos fueron tomando formas y sentido, bajo la acción y la dirección certeras del artista. Indicadores siempre sobrarán, espectadores serios, concluyentes, sólo serán aquellos que saben, que el arte es el más exacto de los juicios.

Las ciencias hoy confirman que no todo tiene el veredicto que a través de los tiempos les hemos dado. El arte ya lo había refrendado, porque el arte anuncia, y es cuestión del artista que esa especie de cábala o milagro, continué germinando sobre los elementos, como la buena espiga.
Ogsmande Lescayllers.
Madrid. 12.06.01.

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