lunes, 18 de mayo de 2009

Foto y texto Ogsmande Lescayllers.

¡SÁLVANOS DIOS!

He llegado hasta aquí, haciéndome preguntas.
Ahora deseo que ustedes me respondan.

¿Acaso estas tierras en las que estáis plantados,
No perteneció a otros, que la llenaron de verdes olivares,
De grandes palacetes y mezquitas
Y pusieron en ellas inscripciones, verjas de oscuros lastres,
Canales y caminos para ir y venir en sus calesas?

¿Acaso aquellos hombres no tenían su dios,
Su religión, sus libros profanos y sagrados
Y unos deseos enormes de vivir,
Conforme a la palabra y a sus leyes?

Pregunto. Yo pregunto.
¿Por qué mienten y engañan a sus propios y ajenos?
¿Acaso el bien y el mal, no habitan juntos?
¿Por qué no convivir, blancos y negros, ricos y pobres,
Mudos y sordos, parlantes y sonámbulos?

¿Por qué me echas afuera, si estoy dentro?
¿Por qué me pides que acepte tus dictámenes,
Si tú no quieres escuchar los míos?

¿Acaso es un delito tener la piel oscura?
¿Hablar en otra lengua,
O adorar a otro dios que no sea el tuyo?

Pregunto. Yo pregunto a los jueces, al gobierno,
O esos ciudadanos que duermen junto a mí, sobre cartones;
Pero nadie me quiere responder.

Entonces, me planto, me atempero:
Soy negro, llevo tres años caminando a través del desierto,
Sin más riquezas que mis propios sueños.
Sin más armas que un montón de varitas,
Con las que pienso hacer una escalera,
Para saltar la malla, que separa la muerte de la vida;
El Sur del Norte, los grandes edificios, de mi choza de barro.

¿Acaso, por esa nimiedad vas a matarme?
Porque me apuro en saltar la malla,
Antes que llegue el día y me retornen
Al sitio desde donde salí hace tres años,
En busca de otro hogar y otro destino.

No entiendo. No comprendo.
Cómo es posible que vayas a la iglesia
Y confieses todos tus pecados,
Menos este, que es parte de la escena política,
Donde toda conciencia es como una entelequia,
En un plato de fango y mantequilla.

Yo quiero que alguien me responda:
Que se quite la máscara y deje su faz al descubierto:
Ante los hombres, ante Dios y ante el mundo,
Donde la humanidad sigue berreando
Sin poder responder a mis preguntas.

Yo sé que el blanco piensa que es superior al negro.
Que el rico cree, que es diferente al pobre.
Que el Norte, es más fuerte que el Sur.
Que la verdadera religión, es la que yo profeso.
Que mi país y mi gente, es mejor que los otros.
Yo sé que la ignorancia es capaz de esas cosas,
Y como no se entera, ni se inmuta.

Así es el caracol, la piedra muerta;
La oferta y la demanda en el mercado.

Ya sé que el norte es esto;
Que el sur es esto otro.
Después de tanto tiempo, tanto ir y venir.
Tantas interrogantes;
Me han dejado tirado en la frontera,
En un rincón de nadie, donde todo,
Incluso hasta la vida, pertenece al Olvido.

1 comentario:

Alejandra Menassa dijo...

Hola Ogsmande: Nos conocimos en el recital de Laura Gómez Recas.
Me gusta este poema. Amén de coincidir en muchos puntos con su contenido, la forma poética me agrada. Hay un poema de Miguel Menassa: La Ley de extranjería que me gustaría hacerle llegar.